El Teatro Romano de Málaga tiene sus orígenes en el siglo I a. C., en el periodo de la Hispania romana, cuando Málaga formaba parte de la provincia de Hispania Ulterior. Fue construido en la época del emperador Augusto, siendo utilizado hasta el siglo III.
Tras permanecer oculto varios siglos, fue descubierto en 1951 durante la realización de los jardines del Palacio de Archivos y Bibliotecas, conocido como La Casa de la Cultura. Entre los años 1960 y 1963, el arquitecto Pons Sorolla restauró la cávea. En 1988 se hizo pública la decisión de demoler el Palacio de Archivos y Bibliotecas para permitir completar las excavaciones arqueológicas y los trabajos de rehabilitación. Pero no fue hasta 1995 que comenzó el derribo.
Esas excavaciones revelaron la estructura subterránea de un gran almacén o espacio de laboreo relacionado con la factoría romana, que se levantó en el recinto en los siglos IV-V. Sus suelos revestidos de mortero hidráulico y soportado por pilares centrales se apoyaban en sillares procedentes del despiece del teatro. Su construcción, por tanto, fue responsable de la pérdida de los dos tercios occidentales de la basílica sur del teatro.
El Teatro también fue usado como cantera en la construcción de la Alcazaba. Varios capiteles y fustes de las columnas aparecen como sustento para los arcos de herradura en las puertas de la Alcazaba.
Entre 1958 y 1984 el Teatro Romano de Málaga acogió representaciones teatrales durante los veranos. En 2011, después de veintisiete años de trabajos de rehabilitación, recuperó su uso como espacio escénico.